miércoles, 11 de marzo de 2009

extraña melancolía


No puedo con ellos, de verdad, es que no puedo. Mira que lo intento eh, yo me pongo musiquilla agradable, canturreo, molesto a los vecinos, pululo por la casa, hago cosas, me entretengo, mantengo la mente ocupada. Pero no puedo con días así. Aj.

Odio esto, hay pocas cosas que pueda decir que odie de verdad, pero con lo que sí que no puedo es con esos encontronazos de repente, así, sin más, de buenas a primeras, sin quererlo, sin pretenderlo, sin siquiera imaginarlo, con estúpidas emociones contradictorias y melancólicas. Las muy inoportunas hacen que de un día bonito, aprovechado (y aprovechable aún), soleado, brillante, ocupado, entusiasta, divertido... y demás calificativos optimistas y cargados de ilusión de que conozca se de contra un muro oscuro y viejo. Aj.

Al menos, aún me queda el gimnasio. Sí, arrastro los pies por la calle cuando salgo de allí y la gente me mira como si la palabra “derrotada” (o “pringada derrotada”) estuviera bien pintada en mi frente, pero entonces sí que canturreo por lo bajo y las cosas parece que vuelven a su rumbo de nuevo, aunque ya sea de noche y lo único que me quede por hacer sea estudiar (sí, estudiar más, y más, y más) y dormir (dormir menos, y menos, y menos cada día, o cada noche).

Algo es algo... ¿no?



P.D.: acuérdate de apagar la luz...

martes, 3 de marzo de 2009

-¡MIAU!

¡Socorro, mi perro ha dicho “miau”!, gritó la niña, asustada, aunque no demasiado, por toda la casa. No solían hacer demasiado caso de sus fantasías, pero ella siempre había sabido que aquel negro perro suyo era raro. Tan raro que no era un perro. Lo parecía, era igualito. Pero solo ella, cuando se sentaba a comer pipas en el bordillo del portal de su casa, con el animal sentado pacíficamente en frente, ella miraba sus ojos y sabía que aquello que tenía ante sí no era un perro. Al menos, no era un perro normal.

Comenzamos, pues. Este perro (que debemos ser nosotros) ha dicho miau (hola). Ándese con ojo, y bienvenido sea.


Pasen, y vean.
(Y el último, que apague la luz)